El otro día leí una noticia en La Voz de Galicia que afirmaba, tras años de investigaciones realizadas en prestigiosas universidades americanas, que si nos hablamos a nosotros mismos en tercera persona, controlaremos mejor nuestras emociones y reduciremos el estrés que nos provocan determinados acontecimientos. El poder de disociarse como herramienta de coaching está más que comprobado para distintos ámbitos, desde el laboral al personal, te lo explicaré en detalle.

En el artículo, nos explican que, ante el caso de una persona que haya sido despedida de su empresa, su estado de ánimo será mejor si se pregunta a si mismo «qué has hecho mal?» que si se pregunta «que he hecho mal?».

 

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Reduce tu estrés hablándote en tercera persona

 

 

 

Dichos estudios concluyen también que el hablarnos a nosotros mismos en tercera persona no cuesta más que hacerlo en primera persona.

En coaching usamos el poder de disociarse como herramienta de coaching en múltiples ocasiones.

Lo aplicamos en aquellos casos en los que el coachee (aquél que recibe coaching) se enfrenta al recuerdo de una situación traumática, negativa o que simplemente no le va a aportar ninguna emoción positiva, que es al fin y al cabo lo que buscamos en el coaching.

En dichos casos le pedimos a la persona que se disocie, es decir, que se imagine viendo la situación desde fuera, analizando lo ocurrido como un observador.

Pongamos el ejemplo de una persona que acude al coach para mejorar la relación personal con un familiar. Tras analizar el tipo de relación que tienen, descubrimos que tienen discusiones frecuentes por distintos motivos. Discusiones que le producen ansiedad al coachee y que, como nos ocurre generalmente, no ve qué es lo que él puede estar haciendo mal en esas discusiones, al igual que tampoco sabe los porqués de la otra persona.

Le pedimos en ese caso que se levante de su sitio y se vea desde fuera. Se imagine siendo una persona que observa la escena desde otra mesa del bar, desde una ventana del edificio, desde un banco en la calle, etc. ¿Qué ves? ¿Qué está haciendo X? ¿Qué está pensando? ¿Qué está viendo en Y?

Este recurso también nos ayuda a que se ponga en la piel de la otra persona. Que se imagine siendo Y y nos diga porqué está actuando así, que está intentando conseguir, que le está sentando mal de X.

Una vez hecho este ejercicio, le hacemos volver a la posición inicial. ¿Qué información nueva tiene? ¿Cómo actuaría ahora? Y lo más importante, ¿Cómo actuará la próxima vez que se de esa situación? ¿Qué va a cambiar? ¿Cómo?

Lo que el estudio nos demuestra es que la habilidad de disociarnos es muy útil en aquellos momentos en los que analizar una situación problemática se vuelve crucial. Nos ayuda a objetivar un problema, a dar el consejo que le daríamos a nuestro mejor amigo.

 

Es importante también saber asociarse. Saber rememorar o imaginar una situación positiva. Recuerda que somos lo que pensamos.

Imagina que pienso que no soy capaz de aprobar un examen y siento ansiedad por ello. Será útil que me imagine en el momento en el que lo apruebo y que lo viva con toda la intensidad posible. También me ayudará volver a «meterme en la situación» de un examen que haya aprobado, especialmente si fue difícil o creía que no lo iba a conseguir. ¿Cómo me siento en ese momento? ¿Qué me aporta el haberlo conseguido? ¿Cómo lo he conseguido?

El poder de la asociación nos dará recursos, nos ayudará a saber de qué recursos dispongo para conseguir mi objetivo.

El poder de disociarse y asociarse es, por tanto, muy grande como herramienta de coaching. Sólo hay que saber cuándo usarlo.

¿Lo usas tú en alguna ocasión? Planifica tu próxima sesión de coaching y usaremos ésta y otras herramientas para ayudarte a conseguir tus objetivos.

 

 

 

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